A menudo después de un tiempo nos damos cuenta de aquello que perdimos y no supimos valorar en su día. Es una sensación muy desagradable. No conocemos el valor de lo que tenemos y pertenece a la cotidianidad y, como creemos tenerlo seguro, lo descuidamos. De ahí la gran importancia de dar gracias y valorar lo que se tiene. Nosotros tuvimos el sentimiento de perder algo tan importante como la libertad, luchamos juntos para recuperarla y acabamos encontrándola en dos metros cuadrados.
¿Y si te preguntásemos qué es para ti la libertad?¿Lo tendrías claro o empezarías a divagar como un gran pensador utilizando frases filosóficas?¿Has experimentado alguna vez la libertad?¿Libertad de qué tipo y cómo?¿Te habías parado alguna vez a pensar en esto?
Nosotros teníamos claro que íbamos a encontrar la libertad cerca de la naturaleza. Ésta nos transmite una indescriptible sensación de libertad o, cuanto menos, una sensación liberadora, que nos ayuda a sobrellevar el rutinario día a día y nos invita a soñar despiertos. La naturaleza nos reclama ese código genético ancestral, esa anatomía nuestra que sigue abrazada al medio ambiente y detesta la frenética vida moderna. La naturaleza nos pide estímulos muy diferentes a los que puede proporcionarte ese deleznable empeño nuestro en vivir deprisa.
Pies descalzos que caminan sobre la arena contra la corbata que oprime física y mentalmente en un entorno urbano, por contraposición a la ropa holgada, a la desnudez completa. Una liberación de cuerpo y alma, despojados de aquella, mientras nos bañamos en un remanso de agua salpicado por unas inconmensurables cataratas. ¿Idílico verdad? Pues existe y puede experimentarse con mucha más facilidad de la que creemos. Solo hay que pagar el peaje de perder algunas facilidades a las que estamos acostumbrados en nuestro día a día y prescindir de todo lo que no sea estrictamente necesario.
Si has leído hasta aquí, te invitamos a que sigas nuestro blog y nuestras redes sociales en las que queremos compartir contigo nuestro viaje en busca de la libertad en nuestra minicamper, encontrando rincones increíbles sin tener que estar pendientes de horarios ni atados a lugares concretos. Aquí todo se decide sobre la marcha…
