Rutas

Barrancas de Bujurón: el Cañón del Colorado de Toledo

Las Barrancas de Burujón conforman uno de los paisajes más espectaculares de la provincia de Toledo. Se encuentran a unos 30 kilómetros de la ciudad de Toledo y ha sido uno de los sitios cercanos más chulos que hemos podido visitar. Atardeceres de ensueño y cárcavas de arcilla rojiza cuyas vistas recuerdan al Gran Cañón de Colorado en Estados Unidos.

Cogimos de nuevo la minicamper para hacer un breve pero como siempre aprovechado viaje esta vez a la provincia de Toledo. Queríamos conocer el Gran Cañón de Colorado de Toledo y elegimos el mejor fin de semana del mes de mayo para hacerlo.

A las Barrancas de Burujón solo se puede llegar siguiendo la carretera CM-4000. Tenemos que estar atentos ya que a la altura del kilómetro 26 entre Toledo y Talavera de la Reina está la salida que indica las Barrancas de Burujón, pero no está especialmente bien señalizada así que hay que ir atento. En este punto, llegas a un aparcamiento en el que hay un control de entrada y los fines de semana tienes que pagar 5 euros. El aparcamiento es suficientemente espacioso para encontrar un buen sitio para pernoctar alejado de un bar que viene muy bien y cierra pronto.

Montamos la furgoneta y nos preparamos para hacer la ruta por las barracas. Hay un camino de tierra que lleva desde el aparcamiento público de las barrancas hasta el embalse y pasa por cada uno de los miradores que permiten disfrutar del monumento natural. Hay que tener mucho cuidado durante toda la ruta, especialmente con niños o con perretes. Los acantilados no tienen barreras ni ninguna protección por lo que no hay que acercarse al borde y hay que extremar las precauciones. Es aconsejable seguir el camino.

La ruta comienza en el aparcamiento, junto a un bar, y tras caminar durante 10 o 15 minutos atravesando tierras de cultivo se llega al primer mirador. Está el mirador del Cambrón y de los Enebros aunque los acantilados en sí mismos ya hacen la función de miradores.

Junto al mirador de los Enebros hay una zona de merenderos con unas mesas y una explanada.

Nos llamó mucho la atención que la ruta es facilísima e incluso accesible para personas con movilidad reducida y está perfectamente conservada y señalizada.

Estuvimos subiendo y bajando buena parte de la mañana y de la tarde admirados por los colores, las tonalidades y el cambio de paisaje según iban pasando las horas del día. No podíamos dejar de imaginar lo bonito que sería el amanecer allí. Hicimos tropecientasmil fotos. Todas iguales, eso sí.

Al caer la tarde, decidimos hacer una pequeña puesta a punto de la furgoneta en una gasolinera cercana puesto que de camino a las barrancas nos saltó el testigo del aceite. Es muy importante el mantenimiento de la furgoneta y aprovechamos para mirar la presión de las ruedas y los niveles en general. También aprovechamos la amabilidad del gasolinero para llevarnos 20 litros de agua en el depósito de nuestra ducha portátil que horas más tarde íbamos a estrenar.

Al volver al aparcamiento, nos tomamos un tontería en el bar y subimos de nuevo a ver un atardecer muy bonito y corto porque teníamos unas ganas locas de darnos una duchita y probar el nuevo invento que resultó ser muy eficaz pero mejorable. Nosotros habíamos comprado una ducha solar de camping pero el agua no estaba del todo caliente y no teníamos muy claro dónde colgarla. El suelo se mojó, se embarró un poco todo y resultaba algo incómodo. Enseguida nos vinieron a la mente algunas mejoras pero acabamos duchados y limpios ese día.

Dormimos de maravilla y nos levantamos antes del amanecer para que nos diese tiempo a subir y disfrutar del paisaje. ¡Espectacular! Tomamos otras tropecientas fotos y volvimos a bajar a la furgoneta para dormir las dos horas más aprovechadas de sueño del fin de semana. Dentro de la furgoneta hacía el calorcito justo para entrar en modo avión. Nos levantamos llenos de energía para desayunar e irnos a visitar Toledo a pesar de que Rejas estuvo a punto de dar por concluido el viaje al casi abrirse la cabeza al subirse a la furgoneta. Os recordamos que es importantísimo contar con un botiquín de emergencia lo más completo posible para nuestras excursiones.

Toledo es una ciudad preciosa que por muchas veces que visites siempre te aporta algo nuevo. En esta ocasión, empezamos la visita por el Puente de Alcántara de forma intencionada. Nuestro amigo José de Mingo estaba a punto de publicar su libro Jigoro Kano en España, la historia jamás contada. Este libro cuenta la visita del fundador del Judo a España y uno de los escenarios que aparecen en el libro es precisamente este puente. Ese día en concreto nos hacía mucha ilusión visitarlo. Cruzamos el puente y estuvimos paseando por las calles de Toledo un buen rato hasta que nos sentamos a comer unas migas con chorizo y alguna cosa más en la terraza de un restaurante en la que tuvimos unos vecinos de mesa la mar de animados y escandalosos. Como anécdota, os contaremos que estuvimos a punto de ser invitados por ellos porque yo creo que ni ellos mismos sabían las mesas que tenían ocupadas con tanto jaleo de abuelos, padres, nietos y perros. De no haber sido porque le advertimos al camarero que no formábamos parte del clan familiar, hubiésemos cerrado el fin de semana de forma espectacular.

Otra ruta más para nuestro diario de rutas y la satisfacción de haber visitado un sitio muy chulo a pocos kilómetros de casa.

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