El despertador no sonó, nos quedamos dormidos y faltaba poco más de media hora para el control de salida de la etapa. No preguntéis cómo pero nos dio tiempo a ducharnos, vestirnos, desayunar y preparar la comida de nuestro perro. Todo esto casi sin hablar y con el día amenazando lluvia. No fue el comienzo perfecto pero ya sabéis eso de que las cosas no son cómo empiezan sino cómo acaban.
Cogimos la minicamper rumbo a Milmarcos, un pueblecito de la provincia de Guadalajara con pocos habitantes pero muy apañado y con un grandísimo espíritu asociativo. Como dato curioso, deciros que este municipio cuenta con 70 habitantes y hemos encontrado al menos tres asociaciones diferentes. Nosotros dormimos en Villel de Mesa, otro pueblo del que os hemos hablado en más de una ocasión y que está a tan solo 25 km de Milmarcos.
Gracias a las sabias recomendaciones de nuestro cuñado, cogimos la pista que va de Villel de Mesa a Milmarcos y descubrimos además de un paisaje maravilloso pintado por el sol que acababa de salir, que los mastines de pastoreo, con la fresca, se ponen a la misma velocidad que nuestra furgoneta cuesta arriba.
Aunque algo tarde, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento de Milmarcos donde se estaba realizando el control de participantes. La Asociación Senderistas de Milmarcos se encargaba de la organización del evento y tenemos que decir que lo hicieron maravillosamente bien. Dimos nuestros nombres, nos dieron un montón de regalos de los patrocinadores y nos dejaron ver que el buen rollo, la amabilidad y la hospitalidad iban a ser los protagonistas durante todo el día.
¿Sois vosotros los del perro? Nos preguntaron nada más vernos. Y es que nosotros no vamos a ningún sitio sin Rejas, nuestro galgo español adoptado. Días antes escribimos a la organización pidiendo permiso para hacer la ruta acompañados del perro y enseguida nos contestaron de forma positiva. Todos los organizadores y asistentes se mostraron muy amables con nosotros y para nada les incomodó la presencia del perro que, todo sea dicho, se portó de maravilla e incluso pudo hacer un amigo perruno en la ruta con el que compartía cuenco de agua.
Una vez realizadas las presentaciones, nos fuimos con nuestro grupo para hacernos la foto de rigor de principio de etapa. Como era nuestra primera vez, escogimos la ruta estándar de 15km. Si hubiésemos sabido que todo iban a ser facilidades con el perro, hubiésemos hecho la deportiva de 23km. Pensábamos que el perro no podría volver en autobús y estábamos equivocados ya que, además de la amabilidad y facilidades tanto de los organizadores como de la empresa de autobuses, la nueva Ley de Bienestar Animal establece que los perros pueden viajar en el autobús siempre que “no constituyan un riesgo para las personas, otros animales y las cosas, sin perjuicio de lo dispuesto en la normativa”. ¡Genial!
A medida que avanzábamos, el paisaje se hacía cada vez más espectacular. Los primeros kilómetros fueron bastante sencillos, con una pendiente suave y un camino bien señalizado. Sin embargo, a medida que se avanzaba, el camino se volvía más empinado y pedregoso, lo que hacía que prestásemos más atención para no tropezar.
El aire se volvía más fresco y el paisaje más hermoso. De vez en cuando, nos parábamos para admirar la belleza de los paisajes y para tomar unas fotos.
Finalmente, después de dos horas caminando, llegamos al punto más alto de nuestro recorrido. Desde allí se podían ver los valles y las montañas que se extendían ante ellos, un paisaje impresionante que tomó su aliento.
Después de un merecido descanso y algo de comer, comenzamos a descender hasta llegar al pueblo de Labros donde tuvo lugar un avituallamiento «fat&fit» que disfrutamos muchísimo.
Ya solo quedaba llanear hasta Hinojosa. Este tramo quizás no fuese tan bonito como los anteriores pero también tenía su encanto y nos sirvió para compartir anécdotas y experiencias con otros senderistas. Cuando llegamos al pueblo, pudimos reponer fuerzas en el bar de la plaza y coger el autobús de vuelta a Milmarcos justo en el momento en el que empezaban a caer algunas gotas de lluvia.
De nuevo en Milmarcos declinamos la amable e insistente invitación por parte de los organizadores a asistir a la comida que tenían organizada por no causar ninguna molestia con el perro ni abusar de su buena disposición para todo y decidimos comer unos bocadillos en el bar de la plaza que nos supieron a gloria después de la caminata.
Gracias a los Senderistas de Milmarcos, a Naturamil, a Sierra de Oportunidades y a todos los senderistas que compartieron con nosotros esta Etapa 1. ¡Nos veremos pronto!